Enfrentamientos con comandos británicos

Publicado por gps, Abril 17, 2009, 08:12:52 AM

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En el Capitulo XXV, de la obra de Ruiz Moreno, "Comandos en Acción" se puede leer lo siguiente.

Síntesis de las páginas 348 a 362, efectuado por un forista de la web, que no tomé la precaución de registrar, pero a quien, a título de soldado desconocido, desde aquí le agradezco el trabajo de tipear estar líneas.

El mayor Aldo Rico de la Co Com 602 veía que el incontenible avance británico no dejaba dudas sobre el resultado del conflicto. A diferencia
de los ingleses, conducidos por helicópteros y relevados por elementos frescos, el descanso de los comandos era breve.

Este sacrificio se reiteraba pese al desgaste de los hombres. Sostenidos por su fuerte espíritu, alentados por su fe religiosa y estimulado por el ejemplo personal dado por sus jefes, estos comandos salían no obstantes a llenar el deber que el honor militar les dedicaba.

Se alisto toda la compania de comandos 602, contando con 30 hombres aptos, para recoger información. En dos Land Rover fueron conducidos de día, pero en medio de una niebla espantosa, hasta las alturas del teniente coronel Soria, jefe del RI4. a partir del cual tampoco se veía, que uno de los dos escalones en que estaba dividida - el conducido por el capitán Eduardo Villarruel - se separo del mayor Rico y no pudo ser vuelto a encontrar. Este ultimo prosiguió con solo la mitad de sus efectivos.

Llegaron hasta las estribaciones del serró Dos Hermanas ( Two Sisters), donde se hallaba el subteniente Marcelo Alberto Llambias -"un chiquito barbudo y sucio" lo recuerda Rico - este había sido graduado prematuramente del Colegio Militar de la Nación, para marchar a Malvinas, tras cuya campaña recibiría la medalla de la Nación AL VALOR EN COMBATE .

Llambias era la punta adelantada de su unidad, y estaba sobre una elevación rocosa con veinte soldados y medía docena de cabos en comisión: no obstante lo bisoño de todos estos efectivos, peleaban constantemente contra ingleses que trataban de infiltrarce para conocer el dispositivo propio. Dos días antes había combatido encima de su posición, con una patrulla enemiga que mato a dos de sus soldados.

Delante de esas posiciones del RI4 se eligió un lugar apropiado para montar una emboscada, ante los datos otorgados por el subteniente Llambias acerca de la frecuencia de los desplazamientos británicos: una "proa" de la elevación, alargada sobre la llanura "como cola de dinosaurio ". Mas atrás, el Monte Harriert. los ingleses procuraron infiltrarse también esa noche y escuchaban ruidos de combate proveniente de la zona. Rechazados retornaron, por donde estaban los comandos ubicados.

En un costado de la posición se hallaba el sargento Mario Cisnero como apuntador de una ametralladora, asistido por el teniente primero Guglielmone, bajo la ordenes del capitán Tomas Fernández. Era una noche clara y el "perro" Cisnero alcanzo a divisar una columna enemiga que se replegaba: hizo señas con el brazo al capitán Fernández y este trato de ubicarlos pero no los vio desde su lugar. El sargento Cisnero pregunto a Fernández:

- ¿ Les abro fuego?
- No, no abra fuego.

El capitán pensó que a esa distancia - setecientos u ochocientos metros- no era rentable si no cabida la posibilidad de ponerlos fuera de acción, delatando su presencia. Poco después el mayor Rico ordeno el repliegue, para entrar en las líneas propias con las primeras luces y no ser ubicados por los ingleses, porque había resuelto volver al día siguiente: ya conocía el terreno y no había sido sentido.

A fin de lograr mayor efecto en su ataque, el jefe de la compania de comandos 602 planeo repetir la modalidad inédita en operaciones de comandos cual era procurarse el apoyo de artillería que tan buenos resultados les diera en al posesionarse de Monte Wall. Para eso coordino con el teniente coronel Martín Balsa una serie de círculos numerados en las cartas geográficas que tenían ambos, indicando lugares par ser abatidos "a pedido".

 El teniente primero Enrique Stel cumpliría su habitual cometido de servir de enlace entre los Comandos y el Grupo 3, para lo cual fue conducido hasta Monte Harriet junto con el cabo Luis Tossi, quien no era Comando, estaba destinado como furrier de la Compañía.
Ante la seguridad d enfrentamiento, se reforzó a la disminuida Compañía de Comandos con una sección de Gendarmería, de alrededor una docena de hombres, mandada por el comandante Miguel Santo.

Por la tarde del miércoles 9 de junio aproximadamente a las 16 Hs. el capitán de la Serna, oficial de Logística de la Ca 602, condujo el Jeep al equipo de comunicaciones, Stel y Tossi, para dejarlos en cercanía del Monte Harriet en cuya cumbre debían instalarse. "Fue un día de cielo despejado" recuerda Stel "pero el Monte Harriet no se veía por el intenso fuego de Artillería inglesa, naval y de campaña que recibía: era una gran nube de polvo que rodeaba el cerro.

De la Serna nos dejo a la altura del Batallón de Infantería de Marina 5 par no poner en peligro el vehículo, uno de los pocos que teníamos". y a saltos, tomamos cubierta aprovechando la pausa de fuego, comenzaron a subir el Harriet por su parte posterior.

Llegado por su parte los Comandos y los Gendarmes a inmediaciones del Dos Hermanas, el mayor Rico mandó durante el crepúsculo una exploración a cargo del capitán Andrés Ferrero con su sección, a la cual se incorporo el teniente primero Daniel Oneto, sin que se produjera novedad alguna. Ya oscuro llego el grueso de los comandos, y a eso de las nueve de la noche se monto la emboscada.


-Abajo del Monte en la punta de la saliente rocosa, un escalón de apoyo con una ametralladora, compuesta por el sargento Cisnero como apuntador el teniente primero Vizcoso como auxiliar.
-Mas arriba. El mayor Rico acompañado por el capitán Ferrero.
-Cerca de ellos, mas abajo a la derecha. Otra ametralladora manejada por el teniente primero Enrique Rivas y como auxiliar el sargento primero Miguel Franco.


El escalón asalto propiamente dicho estaba dividido en dos fracciones. Situadas en el bajo a ambos costados:
-El capitán Tomas Fernández con su sección a la derecha
-El segundo comandante Santo con los Gendarmes y otra ametralladora a la izquierda. Provistos varios hombres a cada lado con granadas de fusil.
-El capitán medico Ranieri, situado detrás de Rico, por cierto armado con un fusil para caza mayor.
-Finalmente, a ciento cincuenta metros mas elevados se hallaba el escalón protección y recibimiento a ordenes del capitán Villarruel.
-Sobre el tropa del RI4 mandada por el subteniente Llambias con ametralladora.


Y comenzó la espera. El intenso frío se acentuaba por la inmovilidad forzada y el silencio completo; espalda contra espaldas las parejas observaban sus sectores con los visores nocturnos de doscientos metros de alcance.

No había intranquilidad en la posición Argentina dado que todos ya habían pasado por el bautismo de fuego. En la punta avanzada el teniente primero Vizcoso y el sargento Chismeros, mojados por el clima húmedo, compartían un caramelo y un pedazo de chocolate mientras trataban de horadar la oscuridad. Eran las dos de la mañana cuando el teniente primero Rivas diviso una columna de ingleses que provenían de la derecha y paso delante suyo. Se corrió hasta arriba y advirtió al Mayor Rico.

- ¿ Y por que no les disparaste?
- Pense que no debía hasta que viniera mas gente.
Rico lo mando de nuevo a atender a su ametralladora y llamo al capitán Ferrero para que alertara a los dos elementos adelantados. El propio Ferraro había alcanzado a distinguir a un soldado enemigo cuando se perdió en la pared rocosa de enfrente.
Antes que llegasen a abajo una explosión quebró el silencio. Los británicos habían tomado la ofensiva y atacaron a quienes esperaban sorprenderlos.

Aunque los cálculos varían, puede estimarse el numero de aquellos entre dieciocho y treinta hombres, superior a las fuerzas Argentinas. Como luego pudo saberse, eran miembros del Special Air Service ( SAS ). Sin dudas, habían notado los desplazamientos en torno al puesto de mando, dado a sus mas potentes anteojos nocturnos.

Cuando los soldados ingleses avanzaron rápidamente hacia la punta baja ocupada por los argentinos, y rompieron fuego con un lanzacohetes. La granada reventó contra el cuerpo del Perro Cisnero, matándolo en el acto y destrozando su ametralladora, que disparo por el impacto algunos tiros. El teniente primero Vizcoso fue arrojado hacia adelante por la explosión con cinco heridas en la cabeza producidas por las esquirlas, perdiendo mucha sangre y arrojando su fusil.

Reaccionando de la sorpresa paralizante, el oficial en forma instintiva busco la MAG, el arma mas importante, pero comprobó que estaba inutilizada. Oyo en ese momento un cuchicheo en ingles y pensó"Estoy perdido "como se había planteado una situación similar se hizo el muerto. Pero los británicos viendo sus movimientos avanzaron para rematar a los dos comandos: encima de ellos soltaron sendas ráfagas contra ambos cuerpos caídos.

Mas arriba, desesperado e ignorando lo ocurrido, el mayor Rico llamaba a voces al Perro, y un ingles lo remedaba brumosamente:
-¡Cisnerou, Cisnerou!
Vizcoso no estaba muerto: el soldado enemigo que había intentado rematarlo le disparo con el fusil en automático, a muy corta distancia y el retroceso del arma torno impreciso los disparos.

Solo la primera bala alcanzo al militar argentino: le entro por el hombro derecho y le recorrió toda la espalda desgarrando la carne, a nivel de los músculos, en el oblicuo ascendente hasta el cuello; aunque sin tocar la columna vertebral, ni la arteria cava ni la carótida.

El oficial de Comandos no había perdido tampoco el conocimiento, y sentía como las balas levantaban piedras que rebotaban en su cara, mientas el se mantenía quieto. Cuando quienes le disparaba, tan cerca que sus zapatos le tocaban, le dio una gran patada para ponerlo boca arriba. Vizcoso quedo con los ojos abiertos, como había visto que estaba Cisnero muerto, "con mucha rabia" por el golpe recibido.

Los ingleses cambiaron impresiones entre ellos; se oía a Rico gritar el nombre del suboficial. Vizcoso "ni respiraba". Al comenzar a responder el fuego los Comandos Argentinos, los atacantes dieron la vuelta y comenzaron a retirarse hacia sus posiciones, no pudiendo disparar desde ese tramo inferior de la pendiente.

El teniente primero Vizcoso había distinguido donde estaba su Fal. Cuando los enemigos comenzaron a bajar, lo tomo, se paro, y desde la cadera les tiro un cargador completo en automático. La fila de los ingleses se desplomo, alcanzados y atravesados por las balas: Vizcoso creyó que se habían tirado cuerpo a tierra, por lo cual cambio de cargador y les tiro otro, esta ves en repetición. Posiblemente los cuatro hayan sido muertos.

Al concluir el cargador, el oficial sintió recién la quemadura "espantosa" que lo conmovió: se toco loa cabeza y sintió la sangre caliente que corría por la espalda y el pecho "Estoy echo un colador" pensó, sin explicarse como seguía parado. En realidad solo fue un disparo, que al ser trasante, el fósforo quemo la carne y la cauterizo, impidiendo así la hemorragia.

Todo lo relatado fue en corto tiempo: El oficial herido informo a Rico de lo ocurrido, mientras el fuego se desataba por ambos lados, y el anuncio:
-Mi Mayor, voy a hacer un cambio de posición en su dirección. Puedo replegarme solo respondió .-ante la pregunta de su jefe. Llegado al centro de la posición fue enviado a donde estaba el medico, para que lo revisara.

El fuego británico era tremendo, muy denso, con ametralladoras, granadas y fusiles. En la oscuridad solo se veían las bocas de fuego "Parece que tira toda Inglaterra" pensó el capitán medico Raineri.

El capitán Fernández noto desde la izquierda como un soldado enemigo se adelanto con un fumígeno para cubrir de humo las posiciones británicas y poder esconderse. Los Comandos Argentinos, pese a encontrarse ante una impresionante concentración de fuego, respondieron también con gran violencia, apuntando contra la bocas de fuego enemigas y descargando sus armas.

Fue un encuentro sumamente duro, producto de una circunstancia sin igual, que es un choque entre patrullas de Comandos.

Normalmente estas operan contra unidades convencionales, dentro del dispositivo enemigo, pero no entre si, como ocurrió en esta ocasión; y fue tan duro el enfrentamiento, que ambas partes creyeron vérselas contra efectivos superiores a los que realmente eran. Posiblemente los británicos habría pensado que se enfrentaron contra todo el RI4; y también los Comandos imaginaron combatir con la avanzada de alguna unidad o de esta en pleno "porque no sabíamos cuando iba a ser el día D", como lo explica el capitán Ferrero.

Todos los escalones argentinos peleaban, y el ejemplo de valor y serenidad ofrecido por sus jefes en medio del volumen de fuego ingles influía seguridad a sus hombres. "El mayor nos daba mucho animo" relataba el sargento primero Orlando Aguirre; y redondea el capitán Villarruel: "En la emergencia se complica todo y el golpe de fuego inicial lo tuvieron los ingleses, pero uno de los principales méritos de Rico en este combate es haber impulsado a la gente, haberla sacado de la sorpresa.

La agresividad de los Comandos argentinos no disminuyo. Toda la línea hacia fuego contra el SAS y desde atrás y en lo alto eran apoyados por la ametralladora del RI4 con el cual el subteniente Llambias trataba de intervenir con mas efecto intimidatorio que efectiva precisión. El jefe de la Compania disparaba entusiasmado, cargador tras cargador y el teniente primero Lauria, a su lado creyó necesario advertirle:
-Mi mayor, se va a quedar sin munición.

Ambos gritaban arrodillados contra una piedra grande. Lauria había quedado con un trauma desde el anterior combate en Monte Kent: no haber podido entender las ordenes inglesas y se dispuso a perturbarlos a su vez, diciéndoles cualquier cosa, desde invitar a los ingleses para "reventarlos" hasta referirse muy al Primera Ministro Margaret Thatcher. Rico se expresaba en ingles:
-Son of a bitch! ( aludiendo sobre la madre de los ingleses )


Los dos en un momento se quedaron mirándose cara a cara: un cohete había pasado entre ellos, quienes automáticamente ambos giraron la cara al sentirlo pasar. "Nos echamos a reír - relataba _Rico - no se piensa en el riesgo". También el frío se olvida.
Arriba de ellos cayo una concentración de morteros británicos, que desde unos quinientos metros a la derecha se fue corriendo hasta dar prácticamente encima del escalón protección al mando del capitán Villarruel.

En un radio de diez metros, que rayando entre lo milagroso no produjo bajas, aunque los tapo de tierra. Las dos ametralladoras inglesas hacían fuego cruzado desde la izquierda y derecha, para mantener en sus posiciones a los argentinos, no obstante el tiroteo seguía : era ver quien cedía primero.


Lauria tiraba granadas de fusil PDF, lo mismo hacia el sargento primero Oviedo "a punto" -directamente hacia el enemigo. y veía caer sus proyectiles donde estaba este guarnecido.
Detrás y encima el doctor Ranieri empleaba su Weatherby 300 Magnum, con intensa dedicación, hasta que llego arrastrándose Vizoso.
- ¿Como estoy, "tordo", como esta esto?
El medico reviso rápidamente la herida, palpándola con la mano en la espalda y el cuello, la confunde con una esquirla y le dijo lo que posiblemente aquel deseaba escuchar:


-Macho tenes un agujero grande, pero agarra el fusil y seguí dando por que acá hay que tirar. "Vi un tipo que estaba como a 40 o 50 metros de mi posición", me refería Vizoso "que disparaba contra la sombra de la roca donde yo estaba con trazantes; bien instruido y bien entrenado. Yo me asome por sobre la roca y tire a la dirección de sus disparos y fue silenciado".
No cesaban tampoco los Comandos británicos. Me expresaba el capitán Villarruel: "Note la superioridad del intenso fuego ingles: las balas no me dejaban mover, por un momento pense que seriamos sobrepasados".


Por su parte el capitán Ferrero relato: "Me acuerdo que ordene a Lauria y Aguirre que tiraran sobre una ametralladora que nos disparaba y vimos como explotaba y notamos como nuestro fuego daba resultado, dado que el enemigo comenzaba a disminuir el suyo". El feroz choque proseguía: " Veíamos nuestros fogonazos donde estaban las ametralladoras de los ingleses" rememoraba el sargento primero Aguirre; "parecía que iba a borrar el cerro por las fuertes explosiones"


El mayor Rico se critica a si mismo: "Realmente, el que conduce un elemento tendría que ir desarmado, porque automáticamente a uno le atrae el combate y deja de conducir, hasta que se sitúa bien y reacciona y se da cuenta de lo que tiene que hacer". Desde luego, combatió también con el mando: sus intrusiones a los capitánes Ferrero y Fernández para maniobrar y a los apuntadores de ametralladoras y lanzagranadas, eran constantes. Rico ordeno al teniente primero Rivas que se a la par del, porque temía que fueran envueltos sin la protección adelantada que hubiera brindado Vizcoso y Cisnero; y este retrocedió con el sargento Franco y la MAG que manejaban.


Por mala interpretación de esta orden, la sección de Gendarmería se retiro prematuramente muy hacia atrás; y durante su movimiento recibió fuego directo de un bazooka descartable británico, muriendo el bravo sargento Ramón Acosta y resultando herido otro suboficial de Gendarmería.


El flanco derecho quedaba descubierto. Rivas tiro con su ametralladora en su nuevo emplazamiento hasta que se quedo sin munición, para cerrarlo; y al querer colocar una nueva cinta, se entero que su abastecedor había dejado las bandas de repuesto abandonadas, aturdido bajo los efectos del shock de combate...Con el sargento primero Oviedo quedaron ambos protegidos en ese costado, hasta que aquel reacciono y se sumo al esfuerzo.
Desde el Monte Kent comenzó a tirar la artillería británica de campaña y frente a las posiciones argentinas comenzaron a oírse voces de mando en ingles: - Come here" Come here" ( ¡vengan acá!)


El jefe del SAS llamaba a sus hombres y el fuego enemigo comenzaba a disminuir, señal de que empezaban a retirarse, bajo la protección del su artillería.
El mayor Rico temió que su Compania fuera blanco de las descargas y dispuso a su vez el repliegue de la secciones de Fernández y Ferrero; pero no para abandonar el terreno o para dejar escapar al enemigo: era la coacción de que entrara en apoyó la propia artillería, conforme a lo planeado el día anterior "Antes de abandonar la posición" me expreso el capitán Ferrero, "el mayor Rico ordeno que me acercara donde estaba Acosta para ver si lo podía traer; era un hombre excelente, Había sido instructor mío y tenia una formación profesional muy buena. Había quedado incrustado en una roca. Me fui arrastrando y le toque la cabeza: estaba helado. Lo zamarree y no sentía nada. Me volví e informe".


Algunos hombres quisieron rescatar a Cisnero para llevarlo:
-No , no vale la pena- respondió Rico pese al cariño que le tenia. Prefirió sacar a su gente sin que corriera peligro. Pero quien se mostró dispuesto a abandonar el campo tan duramente mantenido: el teniente primero Lauria:


-¡Mi mayor, como nos vamos a replegar!- le dijo excitado- ¡Los hemos molido a patadas a los ingleses! ¡Hay que hacer una persecución y aniquilarlos!. Rico lo puso en su lugar a grito "Casi me pega una trompada" recuerda Lauria; y no solo freno a su impetuoso oficial, sino que además lo puso a cargo de la retirada en ese sector. Quedaron cubriendo el retroceso el propio Rico y los capitánes Ferrero y Fernández Funes y Ranieri, el ultimo de los cuales lanzo el desafiante lema:


-¡Dios y Patria o Muerte!
Mientras el jefe de la 602 comenzaba a guiar el fuego de la artillería de campaña por radio, el teniente primero Lauria, nada convencido de la oportunidad del repliegue, estaba dispuesto a desobedecer las ordenes de sus superior y perseguir a los británicos en su retirada, al tiempo que recogería el cuerpo del Perro Cisnero para que no quedara tirado. Comunico su propuesta a los ocho hombres que tenia a su cargo:
-Señores: mi intención es contraatacar y vamos a hacerlo. Antes que eso, un recuento de municiones.


Rivas, Maqueda y los suboficiales no contestaron nada. Pero la cuenta de proyectiles dio un resultado de cinco o seis tiros por hombre: como es propio de una acción nocturna, esa fracción había consumido los cargadores en ese encuentro a corta distancia, frente a un enemigo que uso una gran cadencia de fuego. En cuanto a Lauria, había tirado mucho con lanzagranadas PDF y en sus cinco cargadores le quedaban setenta u ochenta tiros. Mas la persecución era imposible, Rico tenia razón reconoció.


El mayor Rico pidió por intermedio del teniente primero Stel, el apoyo de la artillería convenido con el teniente coronel Balza, sobre "Charlie 101" que era el lugar programado en la noche anterior. Para evitar que el enemigo pudiera zafar indico a su operador que el fuego seria "a comando", o sea siguiendo las indicaciones del apuntador, no cuando la batería esta lista y tira sobre el blanco prefijado. Aunque los artilleros son pocos proclives a emplear esta modalidad cuando se trata de gente que no es del arma, llego la conformidad a esta excepción transmitida por Stel:


- Dice que porque es usted lo va a mandar.
Las explosiones comenzaron a caer y Rico principio a reglar las concentraciones, trayéndola cerca de donde ellos permanecían y luego alargándolas conforme al rumbo del repliegue del SAS . Fue un manejo muy preciso y una innovación en la táctica de los Comandos, a mas de riesgosa; pero en esta ocasión el resultado efectivo. Naturalmente se utilizaban palabras claves, conforme con un código propio para evitar identificaciones del enemigo.


En un momento el jefe del Grupo de Artillería 3 comprobó sobre los datos de tiro que se solicitaba el fuego casi sobre los propios Comandos argentinos, y con nerviosismo interrogo al Ñato:
-¿Queres merca en testa? (¿Lo quieren sobre Ustedes?)
-¡Si flaco, y rapidito! Tengo una suprema para Usted.
Al rato prosiguieron las ordenes:
-Mas merca. ¡Mas merca! Así hasta la indicación final de cesar al fuego:
-¿Corten?


De este modo con precisión matemática, la fuerza británica fue perseguida por la artillería argentina hasta los cuatrocientos metros, cuando ya no se oía mas de ella. Se hizo de nuevo un silencio total. Y Rico se replegó con su pequeño grupo hacia la estación recibimiento donde lo esperaba el capitán Villarruel. Relata este "Yo había observado este combate con mucho detalle por que me encontraba- por decirlo así- en la platea, cincuenta o cien metro atrás, en la parte mas elevada, y lo había presenciado con mucho detalle, inclusive viendo como reaccionaba nuestra gente y como atacaba el enemigo. Yo creo que el mérito mas importante de este combate "concluye Villarroel, "es haber tenido un jefe de las agallas de Rico, porque ahí se vio lo que tantas veces de dice: el ejemplo personal, el arrojo, y la precisión como supo guiar el fuego de artillería".
Silencio, mezcla con euforia por la sensación de haberse impuesto un adversario tan fuerte , y el tremendo cansancio que se sentía después de cada combate, pues el relajarse después de tanta tensión acumulada tenia un efecto agotador, sobre los hombres, que quedaban exhaustos.


Empezaba a caer la bruma y con ello los comandos iniciaron su repliegue a pie, pues de noche los helicópteros argentinos no operaban por falta de instrumental. "La vuelta fue silenciosa- relataba Fernández - por los muertos queridos que empezaban a actuar, los primeros conocidos, porque de los anteriores no teníamos certeza". Compensaba esa perdida la satisfacción por el propio desempeño de la Compañía, no obstante que sus integrantes no tuvieron prácticamente un buen descanso previo, lo que constataba con las tropas británicas a quienes pelearon, fresca. excelentemente armados y con con eficaz apoyo técnico: por radiolocalización, por ejemplo, los buques de la Royal Navy inmediatamente interferían las comunicaciones argentinas y ubicaban su posición, mediante sistemas muy sostificados y precisos.
¿Cuantas bajas sufrieron las secciones del SAS a manos de la Compañía de Comandos 602?

Hasta que no se posean datos fehacientes será difícil determinarlo con precisión, pero sin duda su numero debió ser elevado, por fuerza, dada la violencia del enfrentamiento entre Comandos, y el fuego de artillería argentina. El teniente primero Lauria refirió haber visto una película de la BBC compaginada inmediatamente después de concluido el conflicto, sin retacear informe, y que en la misma hacia alusión al combate diciendo que las bajas inglesas sumaban treinta y tres, cifra que comprende muertos y heridos

el357juancho

#1
notable . tengo algo de material escrito por combatientes cuando lo encuentre lo subo .

DELTA30

#2
Qué buen relato GPS, realmente desconocido para mí. Tengo que conseguir ese libro.

Juancho, si encontrás esos escritos por favor subilos, gracias.

Saludos a ambos  :sm6:

gps

#3
Lo más notable, es lo afortunado que soy, porque varios de mi mejores amigos,  son algunos de los mencionados en el relato, o en el libro.

Uno de ellos, el entonces capitán Tomás Fernandez, estuvo en mi casa, hace unos días, compartiendo un asado con un grupo de amigos de siempre y un grupo nuevo, que nos conocimos a través de F A y quedaron sorprendidos por la simpleza y calidad personal de Tomás.

Tengo una foto de ese día, con Tomás tocando la guitarra, pero no la puedo recortar.

Cambié la PC y estoy peor que Javito con sitio nuevo.

DELTA30

#4
Qué bueno lo tuyo, te la cuentan en primera persona y con todas sus impresiones. Felicitaciones, te envidio sanamente.  :sm6:

GUSTAVO 300 WM

#5
Recien lo termino de leer y por momentos estaba en esos momentos. Voy a tratar de comprar el libro. Un abrazo.

1911

#6
Estimado GPS, Poseo el libro Comandos en Accion y ese relato es uno de los mas emocionantes, otro muy bueno es el combate de Top Malo House y muchisimo mejor es escucharlo de boca de los valientes que lo protagonizaron, le mando un enorme abrazo y cuando pueda, retransmistalo a alguno de esos valientes con los que esta en contacto e informele que, por lo menos, algunos Argentinos no nos olvidamos de lo que hicieron.

Un Abrazo

DELTA30

#7
Ups, me encontré con este fragmento del combate de Top Malo House, también del libro de Ruiz Moreno. :sm266:

 Ver Mapa Los Comandos argentinos despertaron muy temprano, aún oscuro.
Estaban nuevamente sin frío después de haber dormido secos, recuperados físicamente; y mientras desayunaban con chocolate caliente y galletitas, comentaron lo que hubieran sufrido de haber permanecido en Monte Simons. Concluido el refrigerio todos comenzaron a alistar sus equipos, ya con buen ánimo para soportar otra jornada de marcha. Eran las ocho y empezaba a clarear.
En ese momento oyeron ruido de helicóptero. Algunos especularon en un rescate anticipado: no estaban muy lejos de la capital era el día señalado el tercero de su misión- para ser recuperadas, y la zona era la probable. No era creíble que se tratara de un aparato británico; pero alguien acotó que los argentinos no volaban sin luz. Paso cerca, a unos cuatrocientos metros, y el sargento primero Pedrozo observó:
-Me pareció ver que no tiene la franja amarilla.
A causa de la bruma poco se distinguía, ni aun recurriendo a los visores nocturnos, y sólo se oían los motores · que al rato cesaron. Reinaba incertidumbre, pero se aceleraron los preparativos para abandonar el edificio. El capitán Vercesi, ya con su correaje colocado aunque sin la mochila puesta, se hallaba en la cocina, y echando rodilla en tierra, intentó comunicarse por radio. En el segundo piso el teniente Espinosa recorría el horizonte con la mira telescópica de su fusil. De pronto exclamo:
-¡Me parece que hay gente que viene avanzando!
No, mi teniente - opinó el sargento primero Helguero-, deben ser ovejas, que hay muchas por acá.
Un lúgubre presentimiento dominó a Vercesi. A su lado se hallaba el Sargento primero Sbert, a quien mucho apreciaba por haber compartido varios destinos anteriores, y ante la extrañeza de este, le tendió la mano:
-¡Suerte, Turco!
Los elementos del M. and A. W Cadre (Cuadro de guerra para la Montaña y el Artico) descendieron del helicóptero a mil metros de la posición argentina. El capitán Boswell colocó a los siete hombres de su grupo de apoyo comandado por el teniente Murray a ciento cincuenta metros de la casa, mientras con los doce del grupo de asalto la contorneó hacia el sur-este, protegido por una elevación. "Como son tropas especiales'', pensaba, seguramente tienen centinelas afuera''. El Sargento McLean, del grupo de apoyo, se aproximó a Boswell para transmitirle una sugerencia del teniente Murray: con pedazos de turba habian moteado sus uniformes para avanzar más disimulados, por cuanto estos oscuros sobre la nieve, los anunciarían a un centinela alerta. El capitán era consciente que el suelo por donde se movían estaba dominado por una ventana del piso superior, como un ojo que los vigilara''.
Cuando Rod Boswell consideró que estaba suficientemente cerca de casa y a la vista de su grupo de apoyo, dio orden de "calar bayonetas''. El sargento Stone musitó:
-Es un engaño: no hay nadie allí.
Ante el anuncio del teniente Espinosa del avance de hombres no identificados, el sargento primero Castillo subió la escalera: efectivamente distinguió bultos, pero sin precisar su naturaleza, pese a que ya se había levantado el sol y la claridad permitía distinguir mejor el campo. De pronto un haz de luz resplandeció sobre una de las presuntas ovejas: un soldado británico reflejaba el sol en el anteojo de campaña con el cual quiso observar mejor la casa.
-¡Ingleses! Ahí vienen!- fueron los instantáneos gritos que resonaron dentro.
Automáticamente el teniente primero Gatti, el radiooperador, sacó sus claves e instrucciones del bolsillo y las quemó. Todos se pusieron en movimiento para salir, Castillo gritó a Espinosa, mientras se abalanzaba hacia la escalera:
-¡Vamos mi teniente!
este le replicó:
- ¡No, yo me quedo! De acá tengo más campo de tiro!
En el mismo instante que abría el fuego, la casa tembló por la explosión de un proyectil antitanque Carl Gustav. y comenzaron los disparos de ambas partes. Los ingleses se incorporaron y avanzaron corriendo; varios de ellos utilizaban lanzacohetes descartables Law de 66 mm y fusiles lanzagranadas M-79 de 40 mm. Vibraba la estructura de la casa por los impactos sobro sus chapas exteriores, y cantidad de balas atravesaban las endebles paredes de madera.
Los Comandos argentinos no vacilaron en abandonar el edificio para luchar mejor desde el exterior. El capitán José A. Vercesi logró llegar corriendo hasta un alambrado colocado antes del arroyo, allí tomó posición de pie - no atiné a tirarme al suelo- y comenzó a hacer fuego y a recibirlo.
Salimos entre los dos, yo te apoyo - avisó el sargento primero Omar Medina al teniente Martinez. Al hacerlo, este último sintió que lo golpeaba fuerte en la espalda una granada caída dentro de la casa, y cayó al suelo. Comenzó a arrastrarse. El impacto había sido en la cocina, volteando un panel sobre Medina, al que tiró aturdido contra la pared. Pero también pudo salir y quedó contra un ángulo exterior, al lado de una ventana, oyendo los disparos y gritos.

El sargento primero Castillo se precipitó escaleras abajo, y al pisar el último escalón sintió la explosión de un cohete detrás, que destrozo e incendió la escalera. El humo comenzaba a invadirlo todo. Luego de Castillo quiso abandonar el edificio Helguero. pero una granada que explotó en la puerta, entre ambos, lo hirió en el pecho arrojándolo hacia adentro sobre Pedrozo, que venia atrás.

Una granada lanzada con fusil M-79 penetró por la ventana del piso superior, matando instantáneamente al teniente Espinosa. El estallido aturdió a Brun y Gatti, que estaban allí: un acre olor a pólvora se sintió en forma penetrante. La llamarada. el ruido y la sensación de vacío que produjo conmocionó a los dos oficiales sobrevivientes por unos instantes. La casa temblaba por los tiros y ya comenzaba a arder. Gatti se recobró del shock causado por la onda expansiva, tomó su fusil y fue hacia la escalera: ésta no existía, era un completo aro de fuego hasta abajo. Sin pensarlo saltó por medio de él.
El teniente primero Brun, al tiempo que Espinosa caía hacia atrás ensangrentado, sintió una esquirla que le cortaba la frente. Supo que la próxima explosión no lo perdonaría, e instantaneamente tomó su decisión: se zambulló a través del traga luz
A medida que caía podía oír los balazos que pegaban contra la pared enchapada. Cayó desde una altura no menor de cinco metros, procurando cubrirse la cabeza, pero recibiendo tan fuerte golpe que quedó completamente aturdido. A merced a su excelente estado físico y a la inmediata reacción no fue muerto en esa oportunidad. A un tremendo dolor en la frente y en la cabeza toda se sumó que no veía bien: ; Dios mío perdí un ojo!, Pensé en el acto, aunque la falta de visión habrá sido producida por la pólvora que le quemó la cara, o la sangre que le caía en la frente.
Los Comandos argentinos habian logrado en su mayoría abandonar Top Malo House. La abnegación de Espinosa, que con su resistencia atrajo el fuego enemigo hacia el segundo piso, y la reacción de aquellos de salir para combatir sorprendiendo a la tropa británica, habían impedido el total aniquilamiento de la patrulla. En forma descuidada disparando de pie con sus pistolas ametralladoras y lanzagranadas desde la cintura, sin cubrirse, los ingleses posiblemente no tuvieron en cuenta el impulso de la sección de Comandos.
Estos avanzaron corriendo hacia el arroyo, al tiempo que tiraban con sus fusiles. Las balas enemigas pegaban en el suelo siguiendo sus huellas. El teniente primero Brun pudo hacer algo más de cincuenta metros hasta que cayó sentado, atontado, sintiendo un constante zumbido en su cabeza a consecuencia de su violento golpe, De pronto vio venir derecho hacia él una granada: en forma instintiva la alejó con su mano al llegar, a tiempo que tornaba la cabeza. La granada explotó muy cerca, cubriéndole de esquirlas la espalda, y averiando su fusil. Brun sacó la pistola e hizo fuego contra un escalón británico que divisaba, pero a los pocos disparos se le trabo tomó entonces una granada y la tiró, pero por la conmoción sufrida olvidóse de quitarle el seguro. En esos momentos un tiro hizo impacto en su pantorrilla derecha.
El teniente primero Gatti también había podido salir, llegando ileso a una zanja situada doscientos metros abajo de la casa, antes de alcanzar el arroyo Malo. Cerca del capitán Vercesi Gatti disparaba arrodillado. mientras veía cómo la munición enemiga levantaba el barro a su alrededor.
El teniente primero Horacio Losito estaba herido: al abandonar el edificio en medio del humo que lo envolvía y las balas que lo atravesaban, dirigiéndose por la cocina hacia el porch para alcanzar el arroyo, una granada había reventado contra la pared dos metros atrás, derribándolo ensordecido y lastimado en la cabeza. Un golpe quemante, un ardor fuerte, pero seguía dueño de sus movimientos. La sangre le caía detrás de la oreja y por la mejilla un grupo de cuatro ingleses ubicados a no más de veinte metros lo dieron por muerto y continuaron accionando sus lanzagranadas contra la casa sin prestarle más atención. Entonces Losito se levantó y medio agazapado vació contra ellos un cargador en automático: un soldado cayó tocado en una pierna y el resto echó cuerpo a tierra. El oficial argentino emprendió carrera hacia el arroyo, cambiando de posición y disparando a cada rato, perseguido por los proyectiles enemigos; esperaba a cada instante un tiro en la espalda. Era intención de Losito cruzar el curso de agua y trepar por la altura del frente - la casa estaba ubicada en una hondonada-, pero unos cuatro metros antes de alcanzar el Malo encontró la zanja decidió ocuparla. Al darse vuelta para hacer nuevos disparos, un impacto en su muslo derecho lo volteó de espaldas en la zanja. Herido dos veces, rodeado de enemigos que avanzaban haciendo fuego y sin posibilidad de reaccionar, se dio por muerto:
-¡Cristina. no voy a poder volver! -exclamó en voz alta.
El sargento primero Medina estaba resguardado en una esquina del edificio, cuando por encima dejas explosiones, oyó que arriba de él se rompían vidrios y vio tirarse a un hombre: era Brun. Un soldado inglés se aproximaba gritando; le hizo fuego y lo abatió. El suboficial enfermero Pedrozo y el sargento primero Helguero pudieron zafarse de la casa en llamas y abandonarla a través de una ventana, cayendo aturdidos por los estampidos, mas luego echaron a correr. A los quince metros Helguero se desplomó herido en el pecho. Omar Medina se dio cuenta que quedaba solo y que el enemigo estrechaba el cerco. Con la protección que le brindaba el fuego que el sargento primero Sbert hacia, alcanzó la zanja donde sus compañeros estaban tirados, y arrodillándose comenzó a disparar:
Los británicos se aproximaban a ellos, y estaban a cincuenta metros cuando Medina pudo hacer impacto en un inglés, al cual siguió tirándole ya caído por ignorar si había muerto, De repente Medina sintió un golpe en su pierna izquierda, que no creyó herida por no sentir dolor al tiempo que una granada reventaba tras de si matando a Sbert, Retrocedió Medina y pudo derribar a otro soldado enemigo. Pero la patrulla de Comandos estaba completamente aferrada.
Es indudable que a posición argentina pudo haber sido eliminada sin correrse riesgo atacándola con cohetes y bombas desde el aire. Quizá el M. and A. W Cadre haya imaginado que luego de sus primeros disparos, los refugiados en Top Malo House se rendirian que no saldrían a combatir afuera; pues lo cierto es que permitiéndoles abandonarla sin estar, rodeada por, completo -comenzaron a hacerle fuego desde un flanco mientras avanzaban- los militares argentinos opusieron una enérgica resistencia que ocasionó varias bajas al equipo de Boswell. Una "fiera y breve batalla'', la califican Hastings y Jenkins.
Con todo, por más ardoroso que fuera su ánimo, la primera
sección de la Compañía 602 no tenia escapatoria. Ignoraban quienes calculaban poder replegarse cruzando el arroyo, que detrás de éste ocultos en la elevación que lo dominaba, permanecía al acecho la patrulla del Teniente Haddow que diera aviso, de la presencia de los Comandos.
El teniente Daniel Martinez había guarecido en el cobertizo del fondo, arrastrándose en dirección al agua · en medio de los proyectiles que le pasaban por encima o pegaban cerca de él, disparó contra un par de soldados que iban corriendo, obligándolos a tirarse al suelo, Martinez notó que los ingleses tenían dirigida su atención a la zanja cercana al arroyo donde sus compañeros, en línea, respondían al ataque. Mientras tanto, un británico salió velozmente del depósito de atrás, disparándole, pero Martinez le abrió con una ráfaga de FAL y cayó a tres metros de distancia.
El fragor del combate se aumentaba por el ruido de las municiones que explotaban dentro de la casa en llamas.
El teniente primero Losito, caído sobre el extremo de lo precaria trinchera había podido observar cómo Medina se movía hacia Sbert al ser éste muerto por el estallido de una granada; y sabiendo que él también iba a sucumbir, reinicio sus disparos medio agazapado como estaba, dificultosamente, A veinte metros por, la derecha avanzaban dos ingleses con sus boinas verdes, a paso ligero, disparándole con sus pistolas ametralladoras Sterling: Losito derribó a uno de ellos, un hombre grande y rubio que recibió el impacto en el estomago y cayó hacia atrás.
En la otra punta de la línea, el capitán Vercesi vio llegar a donde estaba al teniente primero Brun, cubierto de sangre de la cabeza a los pies, quien cayó a su lado. Detrás de los tiradores británicos que avanzaban en cadena, pudo distinguir que cerca de la casa el enfermero, sargento primero Pedrozo arrodillado para cubrir a Helguero, agitaba un trapo blanco indicando que allí habia un herido y que no combatía. El jefe de la sección miró a Brun "con sus heridas espectaculares" y le dijo:
-Esto no va más...
El oficial le hizo eco:
-No, no va más.
Entonces el Capitán levantó su fusil ordenando cesar la lucha. con un setenta por ciento de bajas, no tenia sentido proseguir la briosa resistencia; sólo quedaban ilesos él mismo, Gatti y los sargentos primeros Castillo y Pedrozo. El teniente primero Gatti lo imitó:
-¡Alto el Fuego!, ¡alto el fuego!.
Miguel Angel Castillo no se conformó, e instaba:
-¡Todavía no se entregue, mi capitán!
No muy lejos, tirado en la zanja, Losito podía observar que continuaban rebotando impactos en torno a su compañero. posiblemente porque algunos ingleses no se habian percatado del gesto, y gritó desesperado:
-¡Gatti, cúbrase; no se rindan. carajo. porque nos van a matar!
-Mi teniente primero -le contestaba aquél-, no tire más que estamos totalmente rodeado
Horacio Losito no cejó. Dispuesto a morir peleando se preparó para disparar al otro soldado de la pareja que se le acercara, pero ya no pudo hacerlo: la pérdida de sangre se lo impidió y se derrumbó de espaldas al pozo. Plenamente conciente todavía, pudo ver que el enemigo, un hombre bajo, morocho de bigotes, se paraba con sus piernas abiertas sobre el borde apuntándole con su pistola ametralladora. un instante fugaz se encomendó a Dios, esperando morir rápido. Volvió a levantar los ojos y el ingles le intimó:
-¡Upyour hand!, ¡upyour hand! (Arriba las manos).
Losito estaba muy débil y el inglés lo notó: dejó su ametralladora, y quitándole el fusil, tomó al oficial por la chaquetilla para sacarlo, del fondo, con palabras de aliento.
-No problem. no problem, is the war (No hay cuidado, es la guerra)
Le hizo un torniquete en una pierna y le inyectó morfina de una jeringa descartable que sacó de su pecho, luego de lo cual le pintó una M en la mejilla. Enseguida pidió auxilio para transportarlo.
Sonaban todavía algunos disparos. El sargento primero Omar Medina, sordo por las explosiones y atento sólo a su frente. mantenia el fuego, y Gatti le grito:
-¡Medina, Gordo. dejá de tirar que nos matan a todos: no ves que nos rendimos!
Cuando el suboficial Levantaba sus manos, volvió a ser alcanzado en el muslo de la misma pierna izquierda por una granada: una herida impresionante, muy grande. Se acercó el cabo primero Valdivieso para ayudarlo y fue también alcanzado, cayendo al suelo.
El fuego cesé bruscamente, por ambos lados. Miguel Angel Castillo no quiso correr riesgos: "Yo me quedé tirado", me relato, "pensé que si me paraba me iban a poner fuera de combate, así que me quedé en el suelo con el fusil al costado". Hasta que llegaron dos tipos a mi lado: apartaron con su pie el fusil, me apuntaron, y por señas me indicaron que me levantara''. Todos los británicos avanzaron para tomarlos. Cada uno de los argentinos permaneció en el lugar en que se hallaba y los hombres de Boswell se apoderaron de su armamento y les hicieron quitar el correaje. Se oían quejidos.
-Finish the war, (Terminen la guerra) -repetía el jefe británico para abortar cualquier reacción desesperada, aunque el estado de los Comandos argentinos tornaba ilusoria alguna medida más.
A distancia. Top Malo House concluia de arder.
Al concluir el combate, desde el otro lado del arroyo apareció la otra patrulla británica, gritando, que abrazó los vencedores: 1a patrulla de Haddow, que había observado toda la batalla, avanzó corriendo, agitando una bandera británica como una señal para ser reconocido. No quisieron correr el riesgo de ser tiroteados por su propio bando en la excitación, con la adrenalina aún fluyendo'', indica el brigadier Thompson.
Los británicos ataron las manos de sus prisioneros mientras los revisaban, y luego volvieron a soltarlos. indicándoles que recogieran o sus heridos y muertos. Ellos también comenzaron a atender a los de uno y otro lado, juntando las armas y correaje de aquellos; algunos mantenían apuntados a los Comandos ilesos, El capitán Rod Boswell, con una libreta en la mano, pasaba lista a voces para conocer sus bajas. Éstas eran relativamente numerosas, dada la iniciativa del ataque y el armamento usado: 5 muertos y ocho heridos, Algunos hombres lloraban en torno a un cadáver que posiblemente fuera el segundo jefe del M. and A. W. Cadre.
Los Comandos argentinos en mejor estado fueron a alzar a sus compañeros. Vercesi pasó junto a un herido inglés muy pálido, de bigote fino, alcanzado en el pecho, que se hallaba tirado en el suelo apoyado en el regazo de un camarada, quien lo saludó murmurando:
-Friends. friends. (Amigos).
Los que aparentaban estar más graves eran los tenientes primeros Brun y Losito, completamente cubiertos de sangre; el Teniente Daniel Martinez fue interrogado para saber si había sido tocado:
-No problem -contestó, ignorante del balazo que habla recibido en un pie. En un grupo estaban reunidos Medina, Valdivieso y algo alejado Losito: se acercó Pedrozo quien se había hecho reconocer como enfermero- con su brazalete ostentando la Cruz Roja colgado de la mano. acompañado de su custodio, y controlando el pulso de Omar Medina, y dijo:
-Quedate tranquilo; no tengo nada para darte ahora; esto está coagulando bien. Acordate de soltar el torniquete para que circule la sangre.
Al suboficial lo había vendado un inglés. Otro que se aproximó comenzó a tratarlo con un paquete de curaciones; la hemorragia hizo que el sargento primero se desmayara por un momento. Recuperado a poco, fue el teniente Martinez para cargarlo:
-Cómo pesás! A mi no me pasó nada- le explicó, desconociendo aún haber sido también herido, Pero ni llegar al lugar de reunión, Martinez,. Sintió un dolor como una torcedura''; asombrado, hizo un movimiento y pudo ver que salían borbotones de sangre'' según relata. Se quitó el borcegi y la media y comprobó que había alcanzado en el talón una bala de fusil M-l6, sin orificio de salida, uno de los militares británicos comenzó a hablarle, Pedrozo le tradujo:
-Dice que te tapes para que no se enfríe, porque te va a doler.
Daniel Martinez volvió a calzarse, ató bien su borcegui y se hizo un torniquete, sintiendo efectivamente mucho dolor: "y pasé a ser un herido más.
El suboficial enfermero tuvo una lucida actuación: sin elementos, trató de contener las hemorragias y de calmar a sus compatriotas. "Yo no empecé a temblar con chuchos por la pérdida de mucha sangre y estar muy mojado''. me refería el teniente primero Losito. "y él sacó al sargento primero Sbert que estaba muerto, su gabán de douvet y se lo coloco: se sentó en la nieve y me puso sobre su regazo, abrazándome para darme un poco de calor", Igual procedimiento empleó el teniente primero Gatti con el sargento primero Medina.
Los prisioneros, heridos e ilesos, fueron retenidos a un costado de la casa incendiada, hasta que helicópteros vinieran a llevarlos, El capitán Vercesi se detuvo al lado del cadáver del sargento primero Sbert, muy conmovido:
-¡Qué me has hecho. Turco!
Al teniente primero Brun lo animó el ver a Losito vivo, quien lo alentó:
-Tranquilo. Cachorro, no más. -
El médico británico revisó a todos, marcando con una M sobre la frente a los inyectados: con morfina, La pierna de Medina, desgarrada y con su fractura expuesta, presentaba mal aspecto; Helguero estaba muy preocupado por su herida sobre el corazón, porque ignoraba su profundidad. Vercesi se notaba sumamente afectado: pidió ir por el teniente Espinosa pero el capitán inglés meneó su cabeza y le dijo que era inútil. Conmovía a todos la suerte del abnegado oficial. el joven alegre siempre hablando de sus hijitas. Mirando la casa que terminaba de quemarse, Brun murmuro:
-Espinosa está ahi adentro...
La morfina y la atención los calmaron, y comenzaron a observar a sus vencedores, pintarrajeados sus rostros y tocados con boinas verdes.

gps

#8
1911, saben del afecto que  mucha gente siente por ellos.

No hace mucho, organizaba charlas y conferencias ante estudiantes universitarios, en las que Tomás Fernández exponía no solo aspectos militares del conflicto, sino el marco geopolítico, en el que sucedieron los acontecimientos.

El interés de los 150 / 200 estudiantes y profesionales que se reunían en cada oportunidad, era notable, porque por primera vez, tenían la oportunidad de conocer aspectos de Malvinas, de uno de sus protagonistas, condecorado con la Orden al Mérito Militar, sino esencialmente, porque su exposición, nada tenía tenía que ver con el discurso bastardo de desmalvinización.

CHANFIN

#9
GRACIAS GPS Y DELTA 380 POR EL TEXTO.

Increible!!!!!!!!!!

Nunca imagine asi un combate. Cuando fue la guerra, yo tenia 9 años y me acuerdo quedarme con mis viejos escuchadno radio y o mirando tele, para tener noticas del sur.

Nada de lo escuchado por mi se asemeja a esta realidad.

Cuanto HUEVO esos compratiotas.

Gracias a Dios, pude conocer a uno de estos HEROES en casa de GPS.

NegroMTP

#10
Hey Muchachos si alguien encuentra el libro "Comandos en Acción" me avisa en que librería está porque lo eh buscado y no lo encuentro, lo quiero comprar. :sm6:

DELTA30

#11
Cita de: "El Negro"Hey Muchachos si alguien encuentra el libro "Comandos en Acción" me avisa en que librería está porque lo eh buscado y no lo encuentro, lo quiero comprar. :sm6:

Fijate acá si lo conseguís, saludos  :sm6:

//http://www.lsf.com.ar/libros/82/COMANDOS-EN-ACCION/

NegroMTP

#12
Como es la vida, ayer despues de terminar de leer el posteo, viene la Gringa y me dice de ir a la casa de unos amigos, el Loco no estaba pero hablando con la mujer le pregunto por una foto militar "este es el Loco" no me dice es un amigo que murio en Malvinas se llama... la verdad que no me acuerdo el nombre, pero me doy vuelta y le digo, hace 10 minutos estuve lleyendo como murio en Malvinas... la verdad se me estrangulo un huevo al ver la foto rodeada de insignias y ver como un camarada lo sigue recordando a pesar de los años.
Despues me mostro un montón de fotos y escritos pero esa es otra historia que despues les cuento y si puedo les transcribo detalles si el Loco me autoriza. :sm260:

coglites

#13
el perro es (y digo es) un amigo inolvidable. ejemplo de soldado.

y luisito tossi, es cierto, era furriel. el furriel con el par de pelotas más grandes que tecleó una máquina de escribir del EA. tipo extraordinario, que vuelto de malvinas, trabajó sin descanso en el departamento "malvinas" de la J-I personal del emge, bajo la conducción del cnel. gonzález, para lograr los reconocimientos y justos beneficios de nuestros camaradas que pelearon en las islas.

y detrás del escritorio del flaco, en el tercer piso de balcarce 362, desplegada y orgullosa, la bandera de la Compañía de Comandos, entregada al flaco por el entonces mayor aldo rico.

al flaco tossi, adonde se encuentre, un abrazo. le debo haber vivido para tener tres hijos, una nueva carrera y compartir estos momentos con ustedes.

salud!

elmurci

#14
El perro Cisneros fue instructor de gran parte de los Comandos que combatieron en Malvinas y tengo entendido que sabia perfecamente que no iba a volver.Uno de los tantos heroes olvidados.Su pareja de combate Vizoso,todavia tiene el proyectil que casi lo mata,fundido entre las cuentas de un rosario.Perdi la cuenta de las veces que lei el libro,casi me lo se de memoria.Lejos,el mejor que lei de Malvinas.Con todos los detalles de las acciones de combate que realizaron los Comandos contados por ellos mismos.Mis respetos a todos lo heroes que quedaron en las islas y a todos los que volvieron.

srmarcelo

#15
el pueblo ARGENTINO no olvida a nuestros heroes , las islas van   a tener nuestra bandera tarde o temprano. srmarcelo.

donquijote

#16
¡Amén!

El peor desprecio que se puede tener por la sangre derramada es olvidar su justa Causa. No hemos de claudicar. ¡Viva la Patria! ¡Malvinas por siempre Argentinas! (¡Mierda, Carajo!)

Aunque lo vean los nietos de nuestros nietos, hemos de volver. Por historia, por geografía, por derecho, esas Islas son Argentinas. Lo fueron antes de 1833, después de su toma ilegal en ese año y hasta el día de hoy. Nada que discutir con nadie.

Saludos.

donquijote

#17
No todo es como lo vemos en la tele... la tele hace una preselección de lo que quiere mostrar, y condiciona al que la ve a sacar ciertas conclusiones. Si vivís en un subsuelo y la tele dice que llueve, salís con paraguas... (si un hecho no es directamente observable, sólo te queda tomar las fuentes de información que tengas).

Trabajé en un colegio hasta hace poco y nunca vi a los pibes tan interesados (no se los puede interesar con nada) como cuando fueron 2 excombatientes, padres de 2 alumnos, a contar su historia. Lo lindo es que uno era piloto, militar de carrera, y el otro un colimba en aquél entonces. Y coincidían en casi todo. Secretamente, algo los hermanaba, y compartían esa hermandad con todos los que los escuchábamos... no volaba una mosca. Un ambiente increible. Y esos pibes salen y parece que todo les chupa un huevo, pero no es tan así en el fondo... sólo que no se da el medio para poder observarlo. Viven acelerados y condicionados por la cultura pedorra que les trae la tv. Encerrados en la caja boba, digamos.