Dia del Legitimo Usuario

[Armandvs]

un relato humorístico, respetuoso y evocador, con guiños históricos, para enmarcar esa idea del "Legítimo Usuario de Armas de Fuego" en la figura inesperada —pero profundamente patriótica— de Manuel Belgrano:

"Manuel aprende a tirar"
(o cómo un abogado se convirtió en legítimo usuario)

Corría el año 1806 y la ciudad de Buenos Aires hervía con rumores de invasión. El cielo, como siempre, celeste y blanco —aunque todavía sin saber que eso terminaría en una bandera.

En una oficina del Consulado, entre papeles, sellos y discursos sobre comercio y educación, don Manuel Belgrano —abogado formado en Salamanca, políglota, lector voraz, elegante con su peluca empolvada— miraba por la ventana con el ceño fruncido. Había decidido que ya era hora de cambiar la pluma por la pólvora.

—"No puede ser que los ingleses anden por acá tan campantes y yo... ¡yo sin saber siquiera cómo se carga un mosquete!" —dijo, cerrando un tratado de derecho mercantil con decisión patriótica.

Así fue que se presentó voluntario al recientemente formado Regimiento de Patricios, orgullo de la ciudad. Los soldados lo miraron con una mezcla de respeto y sospecha: traía libros, no balas. El uniforme le quedaba algo suelto, y al sable lo usaba como bastón de paseo.

Pero Manuel, decidido como siempre, pidió lo que ningún otro oficial de escritorio se hubiera atrevido a pedir:

—"Quiero aprender a disparar. Desde cero. Como un buen ciudadano. Como un legítimo usuario."

Y allí apareció el sargento Gómez, veterano de mil historias, más arrugado que su catre, con manos de cuero y voz de trueno.

—"¿Usted es Belgrano?"
—"Sí, señor."
—"¿Y dice que quiere aprender a tirar?"
—"Así es."
—"¿Y sabe qué es el seguro?"
—"¿Del arma?"
—"No, del alma, licenciado... porque lo va a necesitar."

La instrucción comenzó a las seis en punto, sin más medidas de seguridad que el sentido común, la experiencia y una mano firme que te apartaba del gatillo si te lo tomabas a la ligera.

—"Apunte, Belgrano, pero no me cierre un ojo... ¡esto no es un juicio oral!" —le gritaba el sargento mientras le corregía la postura.

El abogado hacía lo posible. El fusil pesaba más que cualquier tomo de derecho romano. El retroceso lo sacudía como si le hubieran dado un mal argumento en latín. Y sin embargo, cada día volvía.

Con el tiempo, aprendió. Aprendió a cargar, apuntar, disparar... pero sobre todo, aprendió el valor del compromiso con una causa justa, aun desde la ignorancia. Porque eso, más que cualquier puntería, es lo que hace a un hombre digno de ser recordado.

Así fue como don Manuel Belgrano se convirtió en el primer legítimo usuario de armas de fuego de nuestra historia, y no por destreza, sino por decisión, humildad y amor a la patria.

Por eso, cada 20 de junio —fecha en que pasó a la inmortalidad— proponemos celebrar el Día Nacional del Legítimo Usuario de Armas de Fuego, en honor a aquel civil que dejó el tintero para empuñar el fusil, no por violencia, sino por libertad.

Y aunque nunca fue el mejor tirador del regimiento, hay algo que sí logró con puntería perfecta: disparar el sueño de una nación.

[sardo]